En 2006 la UE aprobó la Directiva 2006/123/CE, cuyo objetivo principal era garantizar «el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio» en todos los países de la UE. La trasposición de dicha directiva en España se realizó a través de la Ley 25/2009 (conocida como Ley Ómnibus). Esta ley, junto con el Real Decreto 1000/2010 que desarrollaba parte de dicha ley relacionada con los colegios profesionales, suponen que en la práctica desde entonces no es obligatorio obtener el visado colegial para ningún trabajo relacionado con la ingeniería naval. (Hasta entonces, el visado era obligatorio para prácticamente cualquier trabajo, tal como un proyecto de construcción, un cambio de motor, un abanderamiento, o una reforma.)
Una consecuencia inmediata ha sido el drástico descenso en los ingresos por visados para el Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánico (COIN).
Durante los últimos 4 años, el COIN ha estado buscando maneras de reinventarse para justificar sus servicios, es decir, para no perder clientela. Se ha gastado mucho tiempo y dinero en este plan, que finalmente no resultó ser nada más que una suerte de programa electoral: muchas declaraciones de intenciones y prácticamente ninguna propuesta concreta (lo que sería qué hacer, cómo, cuándo, quién lo haría y con qué recursos), y de ellas ninguna que vaya a generar algún resultado tangible (ya no digamos positivo) a medio plazo (pongamos 2 años, por ejemplo). Lamentablemente, la ejecución de este plan fue votada y aprobada hace un par de meses, en la última Junta General del COIN.
El COIN hace mucho mucho tiempo que se convirtió en un fin en sí mismo, más que un medio para ayudar al desarrollo de la profesión, y se ha trabajado en consecuencia. Por ello mi vaticinio es que el COIN terminará por pulirse todos sus recursos y desaparecerá, y la profesión de Ingeniero Naval tal y como la conocemos morirá (la cuestión es si renacerá de sus cenizas).
Recupero aquí una poesía que escribí hace tiempo para otro blog que tenía; podría resultar un buen epitafio.
Oda a los Insignes Ingenieros Ignorados
Los barcos siempre han flotado,
unos mejor y otros menos,
con motor, vela o a remos
surcan el mar trocoidado.
¿Qué pionero dio en el clavo?
No se hunden: buen diseño.
Sea grande o pequeño
no va a ser moco de pavo.
Ingeniero, con ingenio,
es nuestro nombre de pila;
y el que se pone a la fila
bien seguro tiene premio.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Dos apellidos: Naval,
el primero nos es dado,
y el segundo, poco usado,
Oceánico y cabal.
«¿Y qué es esto?» con atino
se preguntan por doquier.
Pues nos van a conocer
con este soneto fino.
Hijos de Noé, el primero,
de Gautier y Jorge Juan;
y también de algún truhán
condenado a ser remero.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Mil setecientos setenta:
un Borbón copió al vecino,
y creó un Cuerpo, con tino
y precariedad que tienta.
Quería una gran Armada
y técnicos competentes;
se tituló a muchas gentes
desde Ferrol a Granada.
El dominio de los mares:
ese era el gran objetivo;
Nelson aún está muy vivo
y nos los hunden a pares.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Así nace el Ingeniero
que copia barcos ingleses
para alumbrar, en tres meses,
una gran flota ¡Qué fiero!
La escuadra sale a luchar
por Santiago y cierra España.
Y así, con esta patraña,
llegamos a Trafalgar.
Moraleja, que la haya:
para dominar los mares
mejor buenos Generales;
Ingenieros, tras la valla.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Pero todo esto es Historia.
Ahora la profesión
se dedica con tesón
a muchas cosas. Sin gloria.
No sólo a lo militar,
sino a cualquier otro barco;
no voy a ser nada parco:
mil tipos puedo citar.
Supervisión o Proyecto,
Diseño, también Gestión,
incluso Programación;
de todo hace el interfecto.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Variados campos abarca
e implica, estar atentos,
ingentes conocimientos
el construir una barca.
Estructuras, materiales,
dinámica de fluidos,
mecánica, chispas, ruidos,
y el Teorema de Thales.
Estas y otras disciplinas
dominan los I. Navales,
que aquejados de sus males
no salen de crisis chinas.
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Gracias a la competencia
de vecinos amarillos,
hacemos cuatro barquillos
en Gijón y en Valencia.
Y los demás en el paro,
jubilados con cincuenta,
bebiendo poleo-menta,
dando clases, sin reparo.
Por eso buscan garrofas
en campos con gran futuro:
energías, ya maduro,
náutica, peces… ¡Sin mofas!
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
Diez mil posibilidades
esperando tu C-V.
Aunque yo nunca la tuve,
no esperes más: ¡que lo mandes!
No sólo barcos me pida;
para un roto o un descosido
también sirvo. ¿Convencido?
¡pon un Naval en tu vida!
Ingenieros, Ingenieros, para barcos en salmuera.
Titanic, Prestige, y demás. ¿Qué futuro nos espera?
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